Hace 20 años la asamblea de la UNESCO decidió instituir el día de hoy como el Día Mundial de la Poesía. Esta celebración busca hacer evidente la diversidad lingüística presente en nuestro planeta, así como ensalzar la manifestación expresiva más sublime compuesta del sonido de las palabras: la poesía. Al mismo tiempo, este gesto nos recuerda cada año la permanente amenaza de desaparición que se cierne sobre muchas de las lenguas indígenas en el mundo.
La poesía, la primera de las formas de expresión verbal que el hombre fue capaz de originar, ha sido siempre un género manifiestamente minoritario frente a otros géneros como el narrativo, e incluso el dramático. No es habitual que el público lector se dirija en masa a una biblioteca o una librería con el propósito de conseguir un libro de poesía. Por su aparente complejidad la lectura de la poesía pareciera un acto marginal, mezcla de rebeldía y de autenticidad.
Y sin embargo, la poesía es una tradición que nunca ha desaparecido, y cuyo olvido está lejos de darse. Ocupa su espacio natural en la oralidad y llega a nosotros desde todas partes. El ritmo poético -la música de las palabras- está en las canciones infantiles, en los versos de los que están compuestas las nanas, en los trabalenguas y en las adivinanzas, en las retahílas y en las rondas. En verso han sido escritas las grandes aventuras de la épica mundial, y en verso recitan los cuenteros latinoamericanos las hazañas de los héroes de la conquista y la colonia, primero, y de la independencia, después. Ya sea en su vertiente más popular (villancicos, romances, canciones, coplas) o en la más culta (sonetos, elegías, odas), ya como medio de expresión del mensaje religioso, ya como enunciado de lo pagano, la poesía atraviesa todas las épocas de nuestra historia, y sigue viva no solo en plazas y parques, sino en los grandes recitales poéticos al aire libre (Festival Internacional de Poesía de Medellín), en los concursos literarios (Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura), en blogs y pequeñas editoriales alternativas (Otro páramo, La raíz; Tragaluz, Frailejón, Luna Libros), en los festivales internacionales de arte y cultura (Hay Festival), y en las revistas literarias (El Malpensante, Arcadia, Arquitrave). En nuestro mundo pragmático e inmediatista la poesía es un refugio, un oasis de belleza e idealismo. Se hace de rogar, pero renace en el corazón de todos los hombres y mujeres que aspiran a escaparse del cauce habitual de las cosas.
En nuestro colegio hemos querido darle a la poesía el lugar que le corresponde. Leemos, escuchamos y escribimos poesía en todos los niveles: Preescolar, Primaria y Bachillerato. De hecho, despedimos todos los años académicos estudiando poesía. Ocupa un lugar privilegiado en nuestro plan lector, que abarca la poesía infantil, la poesía para niños y jóvenes, y finalmente la poesía adulta de todas las épocas y lugares: universal, latinoamericana y colombiana. Al interior del macro proyecto Talentos, existen dos categorías que ronden tributo a este género: Declamación de poesía, en grado cuarto (4°) y Escritura de un poema, en los grados 5°, 7°, 9° y 11°.
Les dejo uno de los poemas del conocido poeta Aurelio Martínez Mutis: Los besos en los ojos.
Los besos en los ojos
Tiene el beso en la boca
ardor profundo
y en él está la posesión del
mundo.
Pero el beso en los ojos es un vuelo,
porque está allí la vecindad
del cielo.
El uno es rojo -fruta y
llamarada-,
El otro, azul como la
madrugada.
Por eso
cuando beso
tu mirada
divina,
en mis labios se queda
aprisionada
la estrella matutina.
Escrito por: Alfonso Soriano – Jefe del departamento de Español SGS